Primero es un cómo. Cómo la mataron, pues la posibilidad de que no haya sido asesinada es mucho más horrible que la única otra opción. Luego es un porqué, una vez que lo más horrible se confirma, porqué porqué porqué si tenía todo lo que un humano puede desear. Finalmente es un quién: quién era, la desconocida hija, esposa, amiga, perfección encarnada.Entonces Mike, la detective Mike, que ya no es, “Chillona, Camorrista, Desaliñada, Sórdida, Odiosa, Llorona y Cachonda” gracias a su esforzada lucha contra el alcohol, y que amamos al cabo de un rato de lectura, por su inteligencia, su sentido del humor desencantado y esa sensibilidad que va surgiendo poco a poco como si se filtrara a través de cañerías mal soldadas, ha de resolver el peor caso que le ha tocado en toda su carrera. Y lo hace.
Ésta es una de esas novelas que no se pueden dejar hasta que se terminan, pocas horas después, de madrugada, con la conciencia culpable de tener que levantarse a las 8. No sólo quitan horas de descanso, sino que provocan una caída salvaje en el sueño, entre imágenes tan vívidas como mensajes del futuro.
Es una novela de detectives (aunque no es una novela de detectives) escrita con agilidad, originalidad, frescura. Además, es… profunda, una de ésas obras que apuntan más allá de lo que estamos acostumbrados a enfrentar, más abajo, y más y más abajo, y dejan al final un vacío en el pecho. Tiene casi ese efecto del gran cuento de dejarnos unos segundos en blanco, aturdidos, aunque sea una novela, de dejar un aleteo en el aire, el corazón detenido, boca abierta frente al silencio…
Tren nocturno da vueltas en torno al misterio, lo pasa de una a otra mano, le hace pruebas diversas utilizando la estadística y la parafernalia de nuestros días, con cuidado, en un proceso fascinante, y al final lo deja intacto, refulgente, oscuro.
Recomendado a cualquiera, donde sea, como sea, por la webmistress de este sitio. Ar.
Es más. Eso de la webmistress me emociona: es una orden.
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