miércoles, 4 de noviembre de 2009

Joyce Carol Oates


Tiene un aire quebradizo, pálido, no resulta difícil imaginarla ataviada con ropajes del XIX, contemplando lánguidamente el transcurrir tranquilo de las aguas de un río, dentro de cualquier cuadro del romanticismo. Sin embargo esta mujer pequeña es una escritora prolífica como pocas (¿es posible escribir tanto?, ¿de tan diversos temas? Su tiempo, en comparación con el mío, me parece fructífero y lleno) y la violencia, la crueldad, aparece en sus novelas sin esfuerzo, formando parte de la vida de sus personajes y entrelazadas a ellas como una red de peces asfixiados. Ella reniega de esos dos tópicos, de la extrañeza que provoca en la crítica tanto su publicación incansable, como la violencia que rodea sus personajes y al comentarlo comprobamos de nuevo el error al que puede conducirnos su frágil apariencia: “nada de eso causaría sorpresa si fuera un escritor de quien habláramos, debe tratarse pues de un terreno vedado a las mujeres…” y la imagino, de nuevo, -ya, mi imaginación es tan prolífica como su obra aunque menos efectiva- sonriendo con ironía y algo de la combatividad que sin duda debe esconder su pensamiento.
Con el intervalo de apenas dos meses he leído dos de sus obras, La hija del sepulturero y Un jardín de placeres terrenales. Las dos situadas a partir de los años 30 en USA y las convulsas condiciones de vida que los menos privilegiados tuvieron que padecer.
Y las dos protagonizadas por mujeres, mujeres que podrían sentirse intercambiables: resistentes, que logran sobrevivir al lastre de un pasado y sus vivencias. Al menos durante un tiempo, luego comprobamos que aun pareciendo que escapamos de su peso, tarde o temprano, y sin darnos cuenta, volverá a rodear nuestro presente. De nuevo sus rehenes.

Las novelas se leen sin deseo de pausa, dejándonos envolver en los pensamientos, la acción de sus andanzas, las circunstancias y los avatares que van construyendo y desbaratando, o no, sus decisiones. Con la salvedad de que algunas veces la descripción de las historias sentimentales de las protagonistas me resultaran un tanto irreales y tópicas. En cualquier caso una lectura gozosa y rápida que, sin dejar de lado una cuidada prosa y reflexiones realistas, sirve de mucho a nuestro entretenimiento.

8 comentarios:

  1. Nunca leí a Oats, tendré que buscarla!

    ResponderEliminar
  2. Hola, querida.
    Mira que no conocía yo esta autora, pero Estefanía la reseñó hace una semana y ahora tú. Y ambos libros me apetece leerlos. Además esta reseña te ha salido limpia como un buen corte, muy bien hecha, sí señora.

    (Chicas, he cambiado, como veis, algunas cosas de la librería: plantilla, links, barra lateral, introducción a los comentarios... espero vuestra opinión, buena o mala.)

    Un abrazo, Margot.
    (Y otro, Rayuela.)

    ResponderEliminar
  3. Leñe!! dejé antes un comentario y no lo ha grabado...

    Te decía en él, Rayuela, que yo también desconocía a la autora hasta este verano pero que me fijé en la edición de bolsillo, me sedujo el título (La hija del sepulturero) y el que se tratara de un "tocho" con cientos de páginas para disfrutar y de una autora norteamericana. Tras asesorarme y comprobar que no era una escritora "petarda" (estaba en un stand del FNAC y ya me la han jugado más de una vez con sus elecciones)lo compré... y después investigué sobre ella y comprobé mi ignorancia, ays, menuda escritora!!

    En fin, gracias a las casualidades, verdad?

    Y Fusa, ajá, me encantan tus cambios, a mí es que me da mucha pereza hacerlos... jajaja. Mi opinión es buena pues.

    Abrazos, par!

    ResponderEliminar
  4. me encanta, Fusa. Mil gracias. Me he animado a poner etiquetas, creo que está bien, ¿verdad?
    A propósito, no se ve la entrada de Puro fuego, el otro de Joyce Carol Oats, es extraño. Y no pude poner etiqueta a dos o tres más, no sé por qué.
    Esto va con viento en popa. Un equipo fantástico, gracias a todas. Me entran ganas de trabajar y todo :)

    ResponderEliminar
  5. Fani: ¡Yo también había pensado en las etiquetas! Pero no tenía claro si, sin ser la autora de la entrada, podía editarla. Ahora veo que sí. He repasado las entradas para ver las que no podías ponerles nada y les he colocado el autor, así ya están todos. Buena idea, sí, es práctico, me gusta. También he visto que vuelve a aparecer tu reseña de Joyce Carol Oats (que, por cierto, ayer busqué en la biblioteca y no encontré).
    Me alegro de que te animes con esta nueva librería y que tengas más ganas que antes de reincoportarte al bolsillo.
    Anab (la cuarta seguidora que aparece) me ha dicho que quiere colaborar, le he dicho que te escriba, ya le dirás algo. Yo envié invitaciones a todo el mundo para que supieran de este blog. Poco a poco... ya verás.
    Después te escribo, con un poco más de tiempo.
    Un abrazo.

    Margot: Llevaba días queriendo encontrar un título nuevo para Belfondo. Porque me da cosa que se parezca tanto a Bergai, además ambos vienen de Martín Gaite. Y en tu reseña he encontrado uno que quizá me quede: Red de peces.
    Así que gracias una vez más.
    Otro abrazo.

    ResponderEliminar
  6. Fusa si te apetece es todo tuyo, las anarco ingenuas que a veces soñamos con el copy -left semos asin, jeje.

    Y será un placer.

    Estefanía, es también un placer verte por acá. Piano, piano por tu parte... no? o no, no sé, pero es un placer, eso sí, ea.

    ResponderEliminar
  7. Pues estoy leyéndola ahora mismo. Ya te contaré...

    ResponderEliminar

Si hay algún libro que quieres que reseñemos y no está en nuestro archivo, dínoslo. A lo mejor alguna de las colaboradoras se lo ha leído y puede escribir sus impresiones, o, si no, quizá directamente lo añada a su lista de pendientes y lo acabe leyendo. Escríbenos tu propuesta. Y no dejes de decirnos todo lo que se te pase por la cabeza.