He leído que La señora Dalloway es un descontento general. Y me ha gustado. Y se podría decir que estoy de acuerdo. En general la propia Virgina Woolf es una descontenta en general. Decidió acabar con su vida sumergiéndose en un río. Para mí es una imagen bella porque la recuerdo en la película Las horas, de donde saqué esta lectura, y la vi cómo se metía adentro más adentro sin cambiar el rostro, feliz de poder llevar a cabo su propósito de hacía ya tanto tiempo. Por eso a mí me resultaba tan inevitable pensar que Clarissa, la protagonista, la señora Dalloway, era el alter ego de la escritora. Pero también Peter y también el resto de personajes que, aunque secundarios, alternan todos sus monólogos escritos en tercera persona convirtiéndose también en imprescindibles. El que se atreve a mirar de cerca la condición humana debe ser por fuerza un descontento general. Y después de este libro es tan sencillo quedar hipnotizado por esa constante melancolía y tristeza que hasta una se siente estúpida y cursi habiendo mirado la vida con ojos esperanzados o alegres. La novela es sólo un día. ¿Y cómo, tantas cosas pueden decirse de sólo veinticuatro horas, de sólo la antesala de una fiesta y de la fiesta misma, toda una novela para explicar eso, el día de una señora que empieza comprando flores y acaba dando una fiesta en su casa, tan angustiante puede resultar ser la perfecta anfitriona, qué tiene Clarissa adentro para que dé de sí hasta tantas páginas como tiene esta novela? Si uno quiere, lo dice E., si uno quiere ponerse a relatar todo lo de un día sin saltarse nada, da para todas las novelas que se quiera.
Y Virgina Woolf se mueve por el interior de las personas con una maestría que no resulta en absoluto excesiva la intromisión de cada uno de los personajes. Por eso, cuando he pensado en escribir sobre este libro, se ha levantado ante mí un gran muro de incomprensión. ¿De qué irá La señora Dalloway, cuál era el mensaje que quería que nos quedara? Es una crítica social... no. Es un punto de vista femenino, es cómo ve la la vida, un día, una mujer... no. Es una visión particular de Virginia, de su vida, es autobiográfico... no. Es un testimonio que nos deja de la época en que está escrito, es una brula... no. Es fidelidad por la palabra, una exhibición... no. Es una novela de amor, de desamor, de vida, de muerte, de recuerdos, de presente... no. Es algo eterno y que no empieza ni acaba, es como palabras en medio de algo, en medio de... no.
O sí. O es todo sí. Es todo eso. Y más cosas.
Y Virgina Woolf se mueve por el interior de las personas con una maestría que no resulta en absoluto excesiva la intromisión de cada uno de los personajes. Por eso, cuando he pensado en escribir sobre este libro, se ha levantado ante mí un gran muro de incomprensión. ¿De qué irá La señora Dalloway, cuál era el mensaje que quería que nos quedara? Es una crítica social... no. Es un punto de vista femenino, es cómo ve la la vida, un día, una mujer... no. Es una visión particular de Virginia, de su vida, es autobiográfico... no. Es un testimonio que nos deja de la época en que está escrito, es una brula... no. Es fidelidad por la palabra, una exhibición... no. Es una novela de amor, de desamor, de vida, de muerte, de recuerdos, de presente... no. Es algo eterno y que no empieza ni acaba, es como palabras en medio de algo, en medio de... no.
O sí. O es todo sí. Es todo eso. Y más cosas.
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