El último cortejo narra los últimos momentos de la vida de Alejandro Magno, de su cuerpo/cadáver y de lo que propiamente ES Alejandro. La pregunta central de la obra, cuya respuesta la cierra, es la que su madre Olimpia le ha hecho en una misiva el mismo día en que siente el mal en su interior: «¿A quién perteneces?», que es, en realidad, otra manera de preguntar: ¿Quién eres?
Se trata de una narración muy poética, con imágenes que se quedarán grabadas en la mente del lector mucho después de haber olvidado, quizá, el argumento. Un tono elegíaco, pero también épico en ciertos momentos, llena de magnificencia y trascendencia la obra.
«(…) ah, qué dulce es estar tan lejos, pronuncio vuestros nombres, Hefestión, Dripetis, pronuncio vuestros nombres, Tarkilias, Chandragupta, habéis hecho de mí el hombre que no sabe morir, la urna está rota y el viento sopla, Estoy aquí para siempre, lo abarco todo con la mirada, escucha, Dripetis, abarco los mundos desconocidos, los ríos interminables, los combates de mañana (…)»
Varios personajes narran, cada uno desde su tiempo y desde su espacio, la historia pasada y presente: aquél a quien Alejandro envió más allá del último confín a declarar la guerra a un rey cuya existencia era solo un rumor; un capitán de Ptolomeo... La narración más importante es la de Dripetis, hija de Darío y viuda de Hefestión, el mejor amigo de Alejandro. Dripetis ha vivido guerra y destrucción y no desea otra cosa que desaparecer de la historia. De la Historia. ¿Cómo sale uno de la Historia? Ella vive, con su hijo recién nacido, en un monasterio, lejos del mundo. Sin embargo, la reclaman cuando Alejandro agoniza y se ve obligada a regresar. Su mayor deseo es que su hijo crezca sin saber quién es (otra vez la misma pregunta: quién es uno, qué es ser uno y no otro), que el destino que parece aguardar a todos los miembros de su familia (familia imperial de estatus casi divino hasta que Alejandro destruyó el imperio persa) pase de largo ante su hijo: ¿cómo se puede eludir el destino?
«Ha conseguido librarse del Imperio. Nunca ha estado tan viva como allí, sobre esa roca. Está en el corazón de las cosas, donde los instantes pasan con lentitud y donde todo es vital.»
A su vez, Alejandro le pide ayuda. Tras su muerte, sus mejores amigos, sus consejeros, comienzan a guerrear entre sí y su cuerpo se convierte en símbolo de poder. Alejandro quiere… Pero léanla. Para mí ha sido un placer.
Laurent Gaudé, 1972, tiene varias novelas históricas en su haber, las más conocidas El legado del rey Tsongot y El sol de los Scorta, y es autor de gran éxito en Francia, donde ha cosechado importantes premios.
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