martes, 9 de febrero de 2010

Entre visillos, Carmen Martín Gaite

La Carmen Martín Gaite joven, encerrada en Salamanca, siendo una muchacha más, de tantas, provinciana, soñando con un futuro lleno de ambición, soñando con la cuidad, contando los días para ser libre y que las miras se ensanchen, para que las calles sean desconocidas y largas, para que el mundo se llene de pitidos de coche y movimiento de personas anónimas, la Carmen Martín Gaite que deseaba dejar de ser la chica de provincia que era, escribió Entre visillos enredándose en toda esa trama de la que pretendía huir. Por eso esta primera novela suya no podía tener otra temática que la vida, la pequeña vida que puede tener un grupo de niñas que están en ese paso a la madurez, sin plantearse nada más que cómo irán al baile del sábado o con quién van a casarse y, cuando lo hagan, cuándo tendrán su primer hijo y cómo será la casa del supuesto príncipe que les dará la familia y la vida que ellas esperan, por la que suspiran. Porque una mujer no es más que la patria del hombre que la elige. Todo ese ambiente, tan de entre visillos, tan de esconderse tras ellos y espiar la calle, la gente, el susurro, el corrillo que se forma para comentar lo último... de todo lo que huía Carmen Martín Gaite, con su boina calada, con su cigarro de intelectual, con todo lo que la animaría a irse a Madrid y buscar su lugar en el mundo, escurrirse entre escritores y grandes críticos, todo eso choca con la llegada del nuevo profesor de alemán que, diferente y lejano de toda aquella cotidianeidad, de toda aquella simpleza y llanura, marca la vida de algunos de sus alumnos, sobre todo de las féminas.
El impacto del choque de culturas y mentes estaba todo dentro de la Martín Gaite inédita y fresca, siendo ella todas y cada una de las mujeres del pueblo, siendo también el profesor, siendo las ganas de la alumna más avanzada de la clase, casi enamorada del nuevo maestro, de esa vida que la esperaba ansiosa. Con esta novela pudo la escritora liberarse de aquella condición de provincianita, pudo enfrentarse a ese lado suyo del que renegaba y abrir, entonces, entonces y no antes, sus horizontes.

5 comentarios:

  1. Ya era hora, bonita!! jeje.

    Martín Gaite y sus entresijos, aquí empezaban a despuntar y aunque se nota eso, que empezaban, no deja de ser una novela deliciosa. El inicio de lo que más tarde llegaría, cuando se quitara los velos y complejos de una ciudad de provincias. No era fácil en una sociedad como era aquella, la de un país tan gris ceniza (nada que ver con el brillo de su melena!!)

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  2. Yo empecé hace años a leer éste y lo dejé. Está claro que tengo que volver a intentarlo, quizá con uno posterior...
    Bien por tu regreso :), que está aquí Margot manteniendo las velas desplegadas desde hace un tiempo. A ver si yo me animo de una vez también.

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  3. Toro Salvaje: pues, está de más decirlo, queda recomendado... aunque cuando de hablar de Martín Gaite se trata, yo pierdo el norte. Gracias por los comentarios que dejas por aquí.
    Un saludo.

    Margot: ah, sí, tenía que volver ya. Estaba en el trabajo y he dicho... que no pase ni un día más, he cogido la foto del libro y lo he escrito rápido, sin pararme mucho a pensar, porque si pienso ahí es cuando viene la pereza y no sé qué tela que me cubre y no me deja... intento salir, volver, y para eso quería ayudarme de esa melena brillante.
    Un abrazo.

    Fani: qué cara tengo, que vengo como rescatando la librería de bolsillo, que hasta hablo de ella en lo de la radio, y me descuelgo de todo... pero intento volver y con asiduidad. A ver si nos animamos, sí... que con la pereza hasta leo menos. Otra vez ese muro de: tengo que, tengo que, tengo que... y después nada.
    Besos.

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  4. Snif, sí, pobre de mí, me abandonáis vilmente (jajaja me encanta el papel de buenecita y abnegada!!)

    Os entiendo, asi que tranquilas, todos tenemos rachas y muros y tiempos y... pues eso, tranquilas. La cuestión es disfrutar cuando lo hagamos, no?

    Si solo es por puñetear.... jeje.

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