Sin destino es una novela escrita por Imre Keretsz en su madurez. Narra la experiencia en varios campos de concentración de un joven de catorce años durante un año de su vida, en primera persona. Comienza en Budapest, cuando su padre parte hacia un campo de trabajo y todos lo despiden con dolor, sabiendo que es probable que no lo vuelvan a ver. El joven de catorce años va después. No se trata de algo que ocurra de un día para otro. Primero es la estrella amarilla, después la prohibición de tener negocios, después los campos de trabajo, en una espiral que, para muchos, solo termina en la muerte. Muchos judíos necesitan, para poder comprender o aceptar la injusticia, creer que sí son, en esencia, diferentes de los gentiles, que sí son el pueblo elegido. Para nuestro protagonista no hay ninguna diferencia; pero bueno, él ni siquiera habla yiddish. Para él ser judío no es nada.
En los campos de concentración su mirada distante, su manera de observar la realidad sin mirar atrás, sin pensar en el futuro, sin esperar nada, su pureza, ausencia de prejuicios o expectativas, la vida que puja en él, y el azar, lo salvan. Él nunca usaría la palabra “milagrosamente”. Las pavorosas descripciones son meros relatos objetivos de hechos: la distancia de su cuerpo, al que ve como un objeto cada vez más extraño, enfermo, la lucha que mantiene con los piojos, el hambre, el frío, o, más bien, la no lucha, porque el joven de catorce años no lucha. Solo vive, se deja vivir.