
Leo el Dietario voluble de Vila-Matas, no, no es ese el libro, lo sé, pero lo leo y habla de otro que sí es, que será hoy,
Ejercicios de Estilo de Raymond Queneau. Y me entran ganas de hablar de él, de recordar como hace siglos -o casi, fue el siglo pasado, risa da pensarlo. Y miedo, quizás imbuida por el espíritu de la fugacidad del tiempo que también asusta a Matas. Y a quién no-. Lo compré tras ojearlo, sin saber lo que compraba, mucho antes de conocer movimientos literarios y sus poses, sólo me llamó la atención el título en un tiempo en el que el estudio de la forma me parecía la madre de toda literatura. Y luego fue el disfrute, la risa, de una historia sencilla, trivial contada de 99 formas distintas, unas más sorprendentes que otras, más ingeniosas, pero todas llamando mi atención. No es lo contado sino la manera cómo se cuenta, que venía a darme la razón en aquellos años adolescentes y dogmáticos.
Cuando tengáis ganas de un libro-juego, de sorprenderos con las combinaciones de una historia, de la risa y la complicidad provocada por un escritor retozón… probad con éste libro y os aseguro que la sonrisa, a veces la carcajada, la tendréis asegurada.
La solemnidad a un lado y la literatura al otro, fue el mejor descubrimiento, un regalo, que me ofreció éste libro.