lunes, 17 de mayo de 2010

Algunos hombres... y otras mujeres, Isabel Núñez

Al libro de Isabel Núñez se llega como a un juego: palmeas contra la pared, te giras, y la ves a ella, palmeas contra la pared, te giras, y apenas queda un tirabuzón rubio que va cayendo al suelo meciéndose como una pluma desganada. Y, tengo que reconocerlo, al empezar Algunos hombres... y otras mujeres, sentí que las reglas eran demasiado estrictas y que no me iban a dejar nada para la imaginación, que en esa coctelera, como cita la contra, en esa coctelera agitada con lo vivido y lo imaginado, no iba a quedar ni un sólo hueco para que mi mente pudiera viajar. Pero al poco me di cuenta de que el curso de ese viaje no iba a ir por ahí: de pronto ya no es la vida de Isabel, de pronto ya no es su cuerpo, ni su cara, ni su libro, sino un amante que te está seduciendo en cada página, un olor antiguo y atrayente que te coge hacia sí y la curiosidad no alcanza para tanta sensualidad. Probablemente fuera mi pudor de haberla conocido antes como persona que como escritora lo que me hacía sentir un leve pudor al adentrarme en eso autobiográfico con lo que se juega en los relatos, pero pronto empieza a cubrirte una oscuridad como en un local donde nada es lo que parece, donde todo se está insinuando, y la claridad no hace más que molestar hasta que desaparece como una gata.
Cuando aceptas todas las sombras, cuando entiendes que todo disfraz se acepta, te aclimatas a la claridad de Isabel, a su descarada sinceridad, a que no lleve vestido, a que esté despeinada, y es entonces cuando el libro adopta un olor y una erótica de la que no te escapas. Por eso es como entrar en un juego, por eso es como si fueras un principiante, como ese chispazo primero y único y quizá también torpe, como eso eléctrico que aparece tantas veces en los cuentos de Isabel, por eso es un juego, porque una vez te giras y está ella, y otra, ya se ha escapado y sólo queda el maldito rizo, con un aroma que ya te resulta familiar: una apuesta honesta, un goce sincero y libre.
Editorial menoscuarto
198 páginas

5 comentarios:

  1. Y para el que quiera saber más:
    http://isabelnunez-zbelnu.blogspot.com/

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  2. Lo describes de una manera que resulta imposible resistirse.
    Que arte tienes.

    Besos.

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  3. Gracias, Fusa, por tu lectura poetizada.
    Cada uno lee un libro distinto, ya lo dijo Proust, porque pone su lupa en detalles propios! Ese libro NO es mi vida, no es autobiografía, aunque el hecho de usar elementos que lo sean permita confundir a algunos lectores lo ficticio con una supuesta realidad; hay un juego de máscaras que permite una ocultación mucho mayor que en esas novelas, qué sé, yo de un monje chino... Aunque algunos no se den cuenta y hablen de desnudamiento y sinceridad. Lo único sincero es la estructura! O los lugares o el tiempo... lo demás son cosas que ocurrieron a otros, que nunca ocurrieron, que ocurrieron distinto, los personajes no son retratos unívocos, nada es como parece.

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  4. A veces me detesto por tener esa manía mía de precisar las cosas. Es absurdo! Lo que debería haber dicho es: Mil gracias por tu poetizada lectura! Y ya está... Pero una Rottenmeyer interna me lleva a estos impulsos. No me hagas caso, NiñaHermosa (Niña Hermosa era el personaje de un cuento de hadas francés que se te parecía)

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  5. Sí, poética y preciosa lectura. Y señalas, Fusa, lo más importante: cómo esos cuentos te atrapan y eso es lo que define a la literatura de verdad, a la narrativa de verdad. Entre tanta historia indigerible, los relatos de Isabel son un auténtico regalo.
    Abrazos a las dos.

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