martes, 19 de noviembre de 2013

El último encuentro, Sandor Marai

El último encuentro es una novela sobre la pasión escrita por Sandor Marai, el gran autor húngaro autor de obras como La mujer justaLa herencia de Esther o La amante de Bolzano que ha sido publicado con acierto y frecuencia en España durante los últimos años. Nacido en 1900, vivió el siglo XX como una crisis constante hasta su suicidio en San Diego a los 89 años de edad.

Ésta, que hemos descrito como "una novela sobre la pasión", tiene algunos de los rasgos más típicos de la obra de Marai: cierta teatralidad debida a esos nudos de relaciones que se han gestado durante largo tiempo y a cuya dramática resolución asistimos en un espacio que no varía, en un tiempo breve; personages fuertes (cómo no mencionar sus extraordinarios personajes femeninos); monólogos espeluznantes de poco realistas, de potentes, de profundos. Es un autor de ideas, de esos que son fuente de citas para los que gustan de subrayar, y un autor de pasiones. Explora las relaciones humanas, los deseos y temores, sus recovecos y extensiones.

En esta novela dos amigos íntimos (es novela también sobre la amistad) se reencuentran cuarenta años después de que uno de ellos huyera. Ambos han mantenida viva esta pasión de manera enfermiza. Es, de hecho, la pasión la que los ha mantenido vivos. En realidad sólo hay un personaje importante en la novela, el del general, que nos ofrece un monólogo de varios capítulos que avanza en oleadas y retórica arrebatadoras y se enfrenta a aquello que ha estado esperando, paladeando, a lo que se ha aferrado durante cuarenta años: este encuentro en que por fin puede hacer las preguntas que desea hacer, la pregunta, en fin, que desea hacer. Y todo el monólogo no deja de ser una disertación sobre la pasión que parece ser lo que finalmente da sentido a una vida. 

"Porque a lo mejor el momento de levantar el arma para matar a alguien no es el momento de la máxima culpa. La culpa ya existe antes, la culpa reside en la intención."

domingo, 10 de noviembre de 2013

Medallones, Zofia Nalkowska

Minuscula, 2009

¿Cómo se puede contar el horror? El autor, y quien dice el autor dice el lector, intenta entender, penetrar en el alma de aquellos que cometen lo que nosotros llamamos atrocidades con la vulgaridad de sentimiento de quien cumple una tarea aburrida. ¿Hay horror? En Sin destino, la gran novela de Imre Kertész, se discuten las palabras: infierno, horror. ¿Cómo que infierno? No: un campo de concentración no es el infierno; es un campo de concentración.

Da la impresión de que tras un intento agotador por entrar en el horror, como si fuera un espacio temible al que ha de entrar con ojos despavoridos para poder volver a contárnoslo, el autor descubriera que en su mano no está más que la posibilidad de dar testimonio de unos hechos que no puede comprender. «Esto es lo que ha ocurrido», parece decir. «Extraigan sus conclusiones, si es que llegan a alguna». O quizá sea que no hay nada que comprender. He visto estos días (que no la he leído, que no) la película Hannah Arendt , donde encuentro otra vez el tema de la banalidad del mal. El ejecutor es un administrativo aburrido y sin imaginación. No hay crueldad.

Lo que hace posibles estos hechos espeluznantes es la deshumanización a la que se somete a las víctimas, que dejan de ser siquiera víctimas, y requiere un lenguaje que mantenga lo más humano a raya. Un estilo sin humedad, desprovisto de connotación, con un narrador cuya voz ha desaparecido como ensordecida, absorbida por lo mate; así cuenta en estos relatos los hechos que conoce cuando forma parte de la comisión investigadora de crímenes nazis en Polonia Sofía Nalkowska.

Difícil leer este libro único y tan real sin que algunas imágenes perduren en nuestra memoria. Imágenes de lo que nosotros sí llamamos horror.

A continuación, más informativa, reseña de la editorial, hoy, en facebook:

Estos días se cumplen 75 años de la Noche de los Cristales Rotos (Reichskristallnacht o Novemberpogrome), que tuvo lugar en Alemania el 9 y el 10 de noviembre de 1938. A partir de entonces y hasta el final del régimen nazi, la persecución y el asesinato de los judíos fueron sistemáticos.